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viernes, 7 de noviembre de 2008

EL DEMONIO Y LA ESPIRITUALIDAD

El impacto de la New Age, así como los recursos al tarot, la magia o distintas formas de esoterismo, resultan una puerta abierta a la entrada del Demonio, según aseguraron en las últimas semanas varios exorcistas reunidos en al ciudad de México.Durante el Tercer Congreso Nacional de Exorcistas, organizado por la Archidiócesis de México, el exorcista y profesor de la Pontificia Universidad Regina Apostolorum de Roma, Francesco Bamonte, aseguró que entre las posibles causas de posesión diabólica se encuentran la asunción de actitudes supersticiosas, practicar el ocultismo o el esoterismo e involucrarse en la corriente neopagana del New Age y recurrir a la difundida práctica de la lectura de las cartas y el tarot.Causas de la posesión….

En opinión del padre Bamonte, la acción extraordinaria del demonio tiene tres posibles causas. La primera de ella, constató el sacerdote, «tiene que ver con la propia culpa. Esto es, cuando se asumen actitudes supersticiosas, además de ejercer prácticas de ocultismo, pertenecer a sectas satánicas o esotéricas, involucrarse en la corriente del New Age o creer en el poder de los talismanes, de las pirámides de energía, la cartomancia o el tarot.En segundo lugar, el exorcista destacó que las posesiones diabólicas «pueden ser causadas por un maleficio elaborado o mandado a realizar por una tercera persona», mientras que la tercera y última causa se encuentra en «un llamado especial de Dios para que la persona ofrezca su sufrimiento en las garras del demonio por la salvación de otras almas», agregó el sacerdote italiano.El exorcista, que dedica gran parte de su actividad pastoral a la ayuda a las víctimas de la «magia» (negra o blanca) y de los operadores de lo oculto, advirtió a los participantes en el encuentro que, como muchos de los signos de la posesión pueden confundirse con enfermedades mentales, es necesario una evaluación de cada caso «con la mayor prudencia posible».Así, entre los signos de una real posesión diabólica», señaló el exorcista, se encuentran el «hablar, comprender y escribir y leer idiomas desconocidos por la persona; conocer circunstancias que le son imposibles de saber al poseso, como pecados del exorcista u otra persona; tener una fuerza desmedida, etc…». «Pero, sobre todo -añadió-, la aversión por lo sagrado, por Dios, por la Iglesia…».Exorcistas españoles
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EL DEMONIO Y LA PSIQUIATRIA

psiquiatría (griego, psyche: alma, iatréia: curación) es la especialidad médica dedicada al estudio, prevención y tratamiento de las enfermedades mentales y los trastornos del comportamiento. Surge como rama científica del cuerpo médico en el siglo XIX, en una época tardía con respecto a otras especialidades, aunque existen referencias a patologías mentales y su tratamiento en manuales médicos de gran antigüedad, como el Bhutavidya (uno de los libros del Āyur Veda, texto sagrado de sabiduría hindú), o en algunos textos médicos del renacimiento. La primera referencia con este nombre es de Johann Cristian Reil en 1803.

El modelo cultural de salud-enfermedad propio de cada época ha sido determinante para la comprensión de las enfermedades mentales: desde una concepción primitiva de la enfermedad como castigo divino, en la que la enfermedad mental se considera el paradigma del castigo por la ruptura de algún tabú (el loco está poseído por algún demonio, o es directamente castigado por Dios), pasando por un modelo social y psicoanalítico, hasta la más moderna perspectiva bioquímica y genética de la enfermedad mental, como una expresión más de la alteración del órgano o de su función fisiológica.

Algunos autores afirman que,durante la edad media, la enfermedad mental retornó a la categoría de posesión diabólica.La epilepsia, por ejemplo, ha sido confundida con frecuencia con la posesión, desde la cultura faraónica egipcia, pasando por la Edad Media y hasta nuestros días.
Una notable aportación, contraria a esta visión del enfermo mental, se encuentra en Tomás de Aquino, quien sostiene que el alma, de origen no terreno, no puede por tanto enfermar, y achaca la enfermedad mental (aegritudo animalis) a algún trastorno del cuerpo susceptible de ser tratado. Ya en siglo IV, Aurelius Agustinus (Agustín de Hipona) había subrayado la importancia de la introspección como fuente de autoconocimiento, siendo por ello considerado por algunos autores como el precursor del psicoanálisis

CITAS BIBLICAS SOBRE DEMONIOS II

Cuando Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. (Marcos 16:9)

Y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios ... (Lucas 8:2)

También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas. (Hechos 5:16)

Son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas y que salen a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. (Apocalipsis 16:14)

Practiquen el dominio propio y manténganse alertas. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. (1 Pedro 5:8)

Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. (2 Corintios11:14)

El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 20:10)

Luego les dirá a los que estén a su izquierda: "Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. (Mateo 25:41)

CITAS BIBLICAS QUE HABLAN SOBRE DEMONIOS

Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio. (2 Pedro 2:4)

Y a los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran Día. (Judas 1:6)

A este ángel que tenía la trompeta, la voz le dijo: "Suelta a los cuatro ángeles que están atados a la orilla del gran río Éufrates." (Apocalipsis 9:14)

Los demonios le rogaron a Jesús: "Si nos expulsas, mándanos a la manada de cerdos." (Mateo 8:31)

Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado postrero de aquella persona resulta peor que el primero. Así le pasará también a esta generación malvada. (Mateo 12:45)

Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. (Santiago 2:19)

lunes, 3 de noviembre de 2008

TESTIMONIO DE UN MEDICO

Respecto de mi experiencia profesional en el ámbito de las manifestaciones psicopatológicas en los casos de posesión diabólica, he de informar que es muy excepcional y limitada. Después de casi treinta y seis años ejerciendo la psiquiatría clínica, he de afirmar que sólo en dos ocasiones me he visto en la necesidad de dictaminar que, tras la observación y exploración de dos supuestos pacientes, los comportamientos manifestados en ellos no podían explicarse desde la perspectiva de la nosología psiquiátrica.El primer caso tuve la oportunidad de estudiarlo hace ya más de diez años, a fin de realizar el dictamen que se me solicitaba. Se trataba de un adulto ya anciano, que residía en un país centroeuropeo. Era una persona de un alto nivel sociocultural que, a los 53 años de edad, abandonó todo (su familia, su profesión, su país) para marcharse con una prestigiosa bailarina de ballet, a la que le llevaba casi treinta años. Dos décadas después regresó a su país empobrecido y deteriorado y con manifestaciones que supuestamente permitían calificarle como un enfermo psiquiátrico. La exploración psicopatológica puso de manifiesto en esta persona un perfil sintomático compatible con el diagnóstico de trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad. Sin embargo, la solicitud que se hacía en la peritación no se dirigía sólo a que informase acerca de las manifestaciones clínicas que hubiera podido encontrar en esta persona sino que, principalmente, debía pronunciarme acerca de si las manifestaciones expresadas por ella, precisamente en el contexto de las sesiones de exorcismo a las que el paciente estaba sometido, podían o no ser calificadas como psicopatológicas.En favor de la brevedad aquí exigida, me ocupare de sólo dos de las manifestaciones que presencié en esta persona durante una sesión de exorcismo. La primera de ellas consistió en que, sin haber tenido ningún contacto a lo largo de su vida con el arameo ni con ninguna otra persona que lo hablase, era capaz de comprender y hablar esta lengua, cuando "estaba en trance", durante la sesión de exorcismo. En esas circunstancias, esta persona sabía discernir el significado de las preguntas que se le hacían y de las afirmaciones que en esa misma lengua oía. Cuando esas afirmaciones tenían un contenido religioso o se le mandaba con cierto imperio, en nombre de Dios, que alabara a Dios o besara un crucifijo, respondía con palabras blasfemas a las que seguía un comportamiento radicalmente agresivo y, desde luego, hasta lesivo para las tres personas que le acompañaban. Por el contrario, cuando el exorcista le hablaba en esa misma lengua aramea de otros temas no religiosos cuyo contenido era más bien indiferente o neutro, el supuesto paciente no respondía en absoluto, sino que guardaba silencio y adoptaba el comportamiento normal que en él era el habitual.La otra manifestación observada consistía en que era capaz de predecir, sin ningún error, si en el lugar en el que estábamos había o no algún objeto que tuviera alguna connotación religiosa o cristiana (un crucifijo, un rosario, etc.). Las circunstancias en que acontecía esta segunda manifestación aseguraban la imposibilidad de que esta persona se percatara de la presencia o ausencia de tales objetos, puesto que estaba echado sobre una camilla, con los ojos continuamente cerrados y las personas salían y entraban de la habitación sin hacer ningún ruido, llevando o no los objetos referidos en sus bolsillos, sin que ninguna de las personas allí presentes fueran capaces de detectarlos.En este paciente concurrían, pues, las dos cosas: un conjunto de síntomas compatibles con el diagnóstico a que ya se aludió y ciertos comportamientos para los que la actual psicopatología no dispone de ninguna explicación. Años más tarde fui informado de el paciente pidió la ayuda al demonio, a los 53 años, para conseguir su fin de "enamorar y marcharse con la bailarina", a cambio de lo cual juró servirle de por vida

.El otro caso excepcional lo he estudiado en fecha reciente. Se trataba de una joven, estudiante universitaria, que venía padeciendo de dolores incurables, a pesar de haber visitado a varios especialistas, con malestar generalizado, fracaso en los estudios, imposibilidad de concentrarse, y que se comportaba de forma muy extraña en las sesiones de exorcismo que le estaban practicando. También en este caso fui consultado a fin de emitir un informa acerca de las manifestaciones que justamente se presentaban en ella en el transcurso de las sesiones de exorcismo. Sólo mencionaré un hecho pues entiendo que no disponemos de más tiempo. En el curso de la sesión que fui invitado a presenciar, además de otras muchas manifestaciones de evidente oposición en todo lo que se refiriese a la piedad y al culto divino, opté por tratar de explorar si era sensible, en ese estado, a la recepción comprensiva de una lengua que, según me constaba, en absoluto conocía.En esas circunstancias, me atreví a ordenarle que repitiese ciertas frases, en alemán, relativas al culto a Dios. Sus respuestas no se hicieron de esperar, si no que, de forma súbita, arqueaba todo su cuerpo en disposición de ataque, profería insultos y hacía gestos de una violencia incontenible, de la que forzosamente tuve que apartarme a fin de no ser fatalmente alcanzado por ella. En cambio, cuando en esa misma lengua alemana, le formulaba preguntas de contenido no religioso o sobre temas irrelevantes, jamás se produjo en ella ninguna respuesta. En opinión de la madre de esta chica, a la que entrevisté a solas, los síntomas de su hija habían comenzado a presentarse en ella a raíz de que una compañera blasfema le formulara un maleficio. La entrevista que mantuve con la supuesta paciente, fuera del contexto de la sesión de exorcismo, no me permitió en este caso, tras un afinado y extenso diálogo exploratorio, llegar a conclusión alguna respecto de la identificación, apresamiento y comprobación de signos, señales o síntomas de naturaleza psicopatológica. De donde inferí y sostuve que no disponía de ninguna explicación psiquiátrica para las conductas antes relatadas. Los anteriores casos ponen de manifiesto la conveniencia e incluso de necesidad de que psiquiatras y sacerdotes estudiemos conjuntamente estos acontecimientos, lo que redundará en beneficio de la psiquiatría y también de la pastoral de estas personas.

SIQUIATRIA Y POSESION DEMONIACA

No son muy numerosas las manifestaciones clínicas, hoy diagnosticables, en las que los supuestos comportamientos o manifestaciones de posesión diabólica tengan cabida en el perfil sintomático que les caracteriza y en los criterios diagnósticos que les definen. No obstante, la abigarrada y multiforme sintomatología psicopatológica que puede llegar a presentarse en algunos casos excepcionales, sí que puede plantear -y de hecho plantea- la necesidad de establecer un pertinente diagnóstico diferencial entre lo que es estrictamente psicopatológico y lo que habría de ser considerado, al menos, como un fenómenos extraño, por ejemplo a la sintomatología psiquiátrica conocida.Al psiquiatra, y al psicopatólogo, considerados como peritos, no hay que solicitarles un juicio acerca de si las manifestaciones sintomáticas que comparecen en una determinada persona tienen su causa o no en la posesión diabólica. Esta petición excede con mucho el ámbito restringido de su especialidad, por lo que no ha de responderse a esta cuestión, dado que tal petición es completamente ajena al ámbito de las disciplinas psiquiátricas. Esto quiere decir que el especialista no puede juzgar acerca de fenómenos que son completamente ajenos a la ciencia por él cultivada. Lo que, en cambio, sí es pertinente pedirles es que se pronuncien acerca de si ésta o aquéllas manifestaciones en concreto pueden ser razonablemente explicadas desde los actuales y bien fundados conocimientos psicopatológicos. Esta última cuestión está puesta en razón y es del todo pertinente; la otra, por el contrario, no es pertinente y ha de silenciarse en el dictamen del especialista.Entre los numerosos trastornos psicopatológicos que hoy conocemos -y que están acreditados en la actual comunidad científica- hay algunos que acaso por su propia naturaleza y cuando se manifiestan en su máxima intensidad, sí que pudieran exigir la necesidad de establecer un diagnostico diferencial entre psicopatología y posesión diabólica.Este es el caso, por ejemplo, del desdoblamiento de personalidad, la personalidad múltiple, el trastorno histriónico de la personalidad, ciertos síndromes delirantes, algunas psicosis agudas, la esquizofrenia y los comportamientos alterados como consecuencia del consumo de drogas. Para todos ellos disponemos de criterios diagnósticos bien establecidos que permiten, cuando se satisfacen, individuar y singularizar, con cierto rigor, la presencia o ausencia de estas enfermedades.El exorcista no debiera solicitar al experto lo que el experto no tiene capacidad para definir. Es decir, el exorcista no debe trasladar su problema al especialista, para que éste se lo resuelva. El exorcista puede y debe solicitar su ayuda, pero sólo allí donde ésta sea necesaria. Por su parte, el psiquiatra no puede sustituir al exorcista en la decisión que a este último le pertenece, porque ni debe ni sabe hacerlo, además de que en la mayoría de los casos, tampoco quiera hacerlo.De otra parte, así como el psiquiatra dispone de unos criterios clínicos rigurosos y bien definidos para establecer si un hecho o fenómeno es psicopatológico o no, también el exorcista dispone de otros criterios para determinar si está o no ante manifestaciones de posesión diabólica. Es pues, la criteriología pastoral y religiosa la que ha de iluminar y desde la que se ha de decidir con todo rigor la pertinencia o no de incluir determinar manifestaciones comportamentales a la posesión diabólica.Por lo general, el psiquiatra desconoce los criterios del pastor a la hora de juzgar si un comportamiento determinado está relacionado o no con el maligno. Su misión acaba allí donde los conocimientos psicopatológicos actuales se lo permiten. Cualquier afirmación que vaya más allá de estos últimos le rebasa y desborda y, por consiguiente, no debiera formularla, puesto que pondría en un grave aprieto a su propio saber como experto y a la ciencia que cultiva.Por consiguiente, corresponde al exorcista, y sólo a él, emitir el último juicio acerca de la "cosa juzgada". Corresponde en cambio al psiquiatra decidir si la cosa juzgada tiene o no una explicación psicopatológica, es decir, si puede o no ser explicada desde el horizonte de la clínica psiquiátrica. En caso negativo, bastará con que sostenga que las manifestaciones estudiadas por él en una determinada persona, no reúnen los suficientes y necesarios requisitos como para que sean explicadas desde la perspectiva psiquiatría. Esto y sólo esto, es lo que debe concluir el psiquiatra respecto de la peritación que se le ha solicitado.

POSESION DEMONIACA O LOCURA MENTAL

La convocatoria de esta reunión científica me parece muy puesta en razón. Se ha dicho que estamos en la "sociedad de la comunicación" y, sin embargo, hay muchos sectores en el ámbito disciplinar que no se han abierto al profundo, fecundo y necesario diálogo con los especialistas en otras materias. A causa de esta incomunicación, nadie gana y todos pierden. No se piense que la incomunicación en este caso se limita sólo al posible diálogo interdisciplinar entre psiquiatras y sacerdotes. Hay otros muchos ámbitos, lamentablemente, que también están afectados por esta incomunicación. Este es el caso sin ir más lejos, por ejemplo, de lo que sucede entre psiquiatras y jueces. Por eso juzgo muy conveniente el hecho de que se haya organizado esta sesión científica para debatir una cuestión que, aunque se nos ofrezca como muy problemática y excepcional en el ámbito de la clínica, no obstante, puede plantearse en algunas ocasiones: las supuestas "posesiones diabólicas" y las manifestaciones psicopatológicas de los enfermos psiquiátricos.El silencio respecto de estas cuestiones no suele ser buen compañero de viaje para encontrar soluciones. Es más, ese silencio puede ser causa de injusticias o del tratamiento inadecuado de ciertas personas en temas, por otra parte muy delicados, que afectan gravemente a su intimidad personal.Estas situaciones ya se repitieron con anterioridad, aunque con un signo muy diferente. En los albores de la Edad Media es harto probable que ciertos comportamientos se atribuyeran, entonces, a la acción del diablo o de los espíritus malignos, cuando probablemente se trataba tan sólo de manifestaciones psicopatológicas, que de haberlos, debieron haberse remitido a los adecuados especialistas. La inexistencia de la psiquiatría como especialidad en aquella etapa histórica, además de otras variables relevantes de tipo cultural propias de la época, consintieron en una hermenéutica errónea , de consecuencias muy lamentables.Algo parecido a lo que aconteció entonces, puede suceder hoy. En la actualidad, el importante desarrollo experimentado por la psiquiatría y su cada vez más poderosa eficacia en la solución de determinados trastornos de conducta y manifestaciones sintomáticas, condicionan poderosamente el que hagamos atribuciones de índole exclusivamente psiquiátrica a la hora de explicar determinados comportamientos. Si a ello añadimos que las convicciones y creencias religiosas están hoy a la baja en algunos contextos culturales, es lógico que trate de explicarse cualquier acontecer psicopatológico apelando a la psiquiatría y no a la religión.Es muy probable, no obstante, que la mayoría de esas actuales atribuciones, en al marco de la moderna psicopatología, sean razonablemente justas y muy puestas en razón. Pero, lo que no parece que sea conveniente, sin embargo, es interrumpir el diálogo entre psiquiatras y pastores. Pues si en la Edad Media probablemente se incurrió en un exceso al magnificar las atribuciones de tipo religioso para la "explicación" de estos comportamientos, es muy posible que hoy se esté incurriendo también en otro exceso: el de apelar únicamente a la psiquiatría, al mismo tiempo que se vuelve la espalda a cualquier fenómeno de naturaleza religiosa.De otra parte, muchas de las manifestaciones que, según parece, comparecen en las personas supuestamente poseídas por el demonio constituyen, por su propia naturaleza, una situación muy compleja, ambigua y harto difícil de resolver.De aquí que ninguna ciencia pueda configurarse o entenderse como omnipotente, especialmente, cuando hay que dilucidar la compleja naturaleza de ciertos comportamientos, que ocupan un ámbito fronterizo entre la psicopatología y al religión. En síntesis, me parece una iniciativa muy afortunada tratar de recuperar el diálogo entre pastores y psiquiatras, diálogo que nunca debió interrumpirse. Entre otras cosas, porque para el esclarecimiento de estas cuestiones límite -al menos, cuando comparecen con ciertas posibles implicaciones psicopatológicas, lo que es muy excepcional-, se precisa no sólo de la concurrencia de especialistas en ambas materias (pastores y psiquiatras), sino, lo que es todavía más importante, del establecimiento de un diálogo fecundo, abierto y, de ser posible, sin prejuicios, de manera que puedan entenderse entre ellos salvando las diferencias ontonómicas de cada una de las ciencias cultivadas por ellos.

Prof. Dr. Aquilino Polaino-Lorente
Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense
Introducción

RITUAL DE EXORCISMO


El exorcismo necesita de una ceremonia para que el demonio se aleje de la persona a la que atormenta. Este recurso existió en la Antigua Grecia, en Roma y especialmente en la Edad Media europea. En Hechos 19:13 se habla de los judíos ambulantes que practicaban exorcismos para obtener rédito económico. Tampoco los discípulos echaron demonios apelando a exorcismos, sino que lo hicieron en nombre de Jesús (Mr. 16:17). La práctica del exorcismo ha sido popularizada en películas como "El Agüero" y "El Exorcista" así como en varias novelas, donde se afirma que los sacerdotes católicos pueden exorcizar a personas poseídas por demonios y sanar a los enfermos. Sin embargo, la expulsión de demonios tal como Jesús enseñó a sus apóstoles es aquella que requiere de fe, ayuno y oración.EL RITO DEL EXORCISMOEl método convencional de exorcismo es similar a la ceremonia expresada en el Rituale Romanum durante la Edad Media, que data aproximadamente del año 1620. Este rito es utilizado por la Iglesia Católica Romana desde el siglo XVII hasta nuestros días. Se trata de un conjunto de oraciones y lecturas de pasajes destinados a someter al espíritu maligno y a obligarlo a que se aparte de la atormentada víctima. El protocolo indica que el sacerdote debe vestirse con una túnica color púrpura y comenzar la ceremonia recitando una oración seguida por la lectura del Salmo Nro. 4 y la exhortación a la Gracia de Dios contra el demonio. Después se recita un pasaje de Juan 1 y de Marcos 16. Luego, el oficiante debe repetir las siguientes palabras: "Te exorcizo, muy vil espíritu, mismísima encarnación de nuestro enemigo, espectro entero, toda la legión, en el nombre de Cristo, sal y huye de esta criatura de Dios. Él mismo te manda, el que manda al mar, los vientos y la tempestad. Escucha y teme, Oh Satanás, enemigo de la fe, adversario de la raza humana, productor de la muerte, ladrón de la vida, destructor de la justicia, raíz de los males". (Extraído de R.H. Robbins, La Enciclopedia de la Hechicería y la Demonología, Pág. 186).Por último, el cura ofrece otro ruego: "Te conjuro, a ti, Oh serpiente, por el juez de la vida y la muerte, por tu hacedor y hacedor del mundo. No resistas, ni te demores en huir de este hombre”. Es preciso repetir muchas veces estas frases hasta obtener el resultado deseado.

EXORCISMO

Esencialmente, se denomina exorcismo a un conjuro religioso realizado contra un espíritu maligno, utilizando una fórmula que permita llevarlo exitosamente a cabo. Su etimología hace referencia al rito pagano de “echar malos espíritus apelando a ritos mágicos y otros encantamientos”; el vocablo proviene del griego exorkistes, que alude al empleo de fórmulas de conjura para expulsar demonios, y aparece sólo una vez en la Biblia (Hch. 19:13). Es por este motivo que podemos afirmar que Cristo no fue exorcista, puesto que nunca realizó un ritual para expulsar demonios sino que lo logró gracias a la palabra, según Mateo 8:16: "con la palabra, Jesús echó fuera a los demonios", gracias al Espíritu de Dios.El poder de Jesús para dominar espíritus se refleja en el Evangelio de Marcos, en el pasaje del hombre poseído que se encuentra en una sinagoga. Jesús dice al demonio: "¡Cállate, y sal de él!" (Mr. 1:25). Además, pide a un grupo de demonios a quienes llama “Legión” que suelten el cuerpo de un hombre y tomen posesión de un grupo de cerdos (Mr. 5:13). Cristo lo logra con un sencillo mandamiento, que aparece en Marcos 9:25: "Espíritu sordo y mudo, yo te ordeno que salgas de él y no vuelvas a entrar en él".

DEMONOLOGIA


Demonología es la rama de la teología que se encarga del estudio de los demonios. Está relacionada con la angelología.
La manifestación más importante de la demonología cristiana occidental es el Malleus Maleficarum (1486) de los dominicos inquisidores Jacob Sprenger y Heinrich Kramer, que demuestran —de manera sui géneris— la existencia y el poder de la brujería como parte integral de la fe católica romana y de un peligro real para los fieles, aparte de ofrecer en su tratado toda clase de formas de reconocer y procesar una bruja, convirtiéndose así durante dos siglos en el manual para procesos de brujería.
En otro sentido, la demonología confecciona listados que intentan nombrar y establecer una jerarquía de espíritus maléficos. Así, la demonología es el opuesto de la angelología, que intenta recopilar la misma información al respecto de los buenos espíritus.
En la tradición cristiana, los demonios son ángeles caídos, así que se puede considerar la demonología como una rama de la angelología.
Sin embargo, muchas bases de datos demonológicas son conocimientos «capturados» a aquellos supuestamente capaces de invocar tales entidades, incluyendo las instrucciones sobre cómo convocarlos y (en el mejor de los casos) someterlos a la voluntad del conjurador.
Los grimorios de magia oculta son aquellos tomos que contienen los conocimientos acerca de esta faceta de la demonología, más de una vez estudiada con morboso deleite por aquellos que debían perseguir y juzgar a diabolistas y brujas.
La existencia de una entidad sobrenatural maléfica que actúa en contraposición a la voluntad de un Dios benévolo es uno de los ejes centrales tanto del cristianismo como del Islam.
Dichos credos adoptan la figura de Satán del judaísmo, que para el islamismo es Shaytán o Iblis.
Es comúnmente aceptado (aunque erronéo) que el judaísmo recibe este concepto del zoroastrismo, en el cual un dios benévolo conocido como Ahura Mazda se encuentra envuelto en una batalla cósmica con una deidad maligna llamada Angra Mainyu. No obstante, el Bien siempre prevalece en las religiones citadas, dejando el tormento de los hombres y pequeñas escaramuzas ganadas al Mal.
Esta confrontación en verdadera igualdad de condiciones se mantiene intacta en el corpus del maniqueísmo y las doctrinas de diversos grupos heréticos como los bogomilos búlgaros.
El Nuevo Testamento afirma explícitamente la existencia de espíritus adversos menores, así como también lo hace el Corán, si bien este último hace mención a una tercera raza creada (ni ángeles ni demonios), los yinnūn (plural de yinn), de carácter amoral y conocidos en Occidente como genios, aunque no siempre son malignos.
El Antiguo Testamento presenta a Satán como un miembro más de la corte celestial de Dios, que actúa a modo de procurador, buscando el beneplácito de Dios para probar la virtud de Job, más que como enemigo de igual poder.
Esto es debido a que el mismo concepto del monoteísmo choca con la posibilidad de dos deidades de igual poder enfrentadas, así como el judaísmo proviene del mismo ámbito de influencia cultural que otras culturas semíticas (donde se incluyen la irania) y el politeísmo que compartieron hasta que fueron conocidos como el pueblo elegido y abrazaron el culto único

LA TIPICA IMAGEN DEL DIABLO


El macho cabrío (en griego τράγος -"trágos"- o, según el momento y lugar- "ximairia" χιμαιρια) nació en la comunidad rural griega de Arcadia como símbolo de la fertilidad ya que sus habitantes eran demasiado pobres para poseer toros.
Con el tiempo, derivó en el dios "Pan" y en la cultura cristiana se asoció a Satanás sobre todo cuando se le involucraba en ritos satánicos y aquelarres.
En Chile, se usa el termino de macho cabrío a los hombres cuya virilidad está asociada a un esterotipo de grandeza, poderío y masculinidad

ETIMOLOGIA DE LA PALABRA DIABLO

En el libro de Macabeos 1, 36 (texto griego) encontramos la palabra diábolos con el significado de ‘adversario’, ‘enemigo’. También en algunas ocasiones incluye el sentido de ‘acusador’ o el de ‘calumniador’Job 1:8-12 . La palabra griega diábolos ("calumniar") es diaballein: dia-, a través + ballein, arrojar.
Los traductores del Antiguo Testamento al griego, en el siglo III, sustituyeron el griego diábolos por el hebreo Satán, el ángel cuya función era poner a prueba a los humanos Lucas 22:31. Otras versiones plantean que la palabra diablo, devil, djofull, divell, con todas sus variantes, no tiene por qué haberse derivado de diábolos, aunque el uso de esta variante podría deberse a un juego de palabras similar al que convirtió al dios cananeo Ba'al Zebûl (literalmente "el señor príncipe") en Baal Zabut ("el señor de las moscas"), el actual demonio Belcebú.
Esta versión plantea que la palabra diablo se deriva del Proto-Indo-Europeo *deiwos, adjetivo que significa "celestial" o "resplandeciente", una derivación Pre-Indoeuropea de la raíz *diw o "resplandecer", relativa sobre todo al cielo diurno. Otra posibilidad más remota, es la raíz *diiv, o "jugar".
La raíz *deiwos generó no sólo la palabra divel o teufel en lenguas de Europa del Norte, que son equivalentes al diablo de nuestro idioma; también derivan de ella el griego theos, el lituano dievas, el germano Tiwaz, el latín antiguo deivos y el latín moderno Deus. De esta misma raíz proviene la palabra dios. El diablo es reconocido por ser el enemigo de Dios, y la desesperacion.

EL DIABLO EN LA BIBLIA

En la Biblia se explica el origen del Diablo como uno de los ángeles de Dios que se hizo malvado (Juan 8:44). Se infiere que es una criatura espiritual de la familia angélica de Yahvé Dios (Job 1:6). Segun manuscritos antiguos el nombre real de el en el cielo es Lucifel y al llegar al infierno el se cambio el nombre a lucifer para estar en contra de Dios, a causa del deseo por la adoración que todas las criaturas inteligentes rendían al Creador Mateo 4:9. Según mitos no canónicos era el ángel que guardaba el trono del Dios Yahvé, pero por su orgullo de querer convertirse en otro dios fue arrojado del cielo junto a una tercera parte de los ángeles(Ap 12:3-4).
Según la Biblia:
El texto de Isaías (Is. 14:12-15) podría referirse a esta historia. Sin embargo el último versículo de este texto muestra que este relato se aplica a un hombre (proverbios contra el Rey de Babilonia, ver Isaías 14:4). Aunque el relato habla de su ambición por llegar más allá de las estrellas de Dios, en la Biblia se suele referir como estrellas a los reyes de Israel (y posteriormente de Jerusalén) del linaje de David descendiente de Jacob (Números 24:17). Otro texto nos habla sobre este tema, y se encuentra en Ezequiel 28:12-19, en donde se profesa una advertencia sobre el rey de Tiro; que describe muy bien el origen del Diablo o "Lucifer" (Lucero de la Mañana)... También nos habla que en un momento determinado de la historia, "para siempre dejará de ser", dando a entender la victoria entre Dios y el Diablo; entre el Bien y el Mal, para siempre.

EL DIABLO EN LA MITOLOGIA

Diablo, en la mitología cristiana, es uno de los nombres del principal enemigo del Dios único Yahweh Elohim y de Cristo; esto es así porque en el Libro de Apocalipsis se identifica como una sola persona; a Satanás del Libro de Job (Job 1:6-8), al Diablo del evangelio de Mateo (Mateo 4:8-10), la Serpiente Original de Génesis (Génesis 3:1-5) y al Gran Dragón del Apocalipsis, como un sólo personaje (Apocalipsis 12:9).
Algunas corrientes de brujería moderna consideran que la figura del Diablo se ha tomado de la figura del dios pagano de los brujos, asimilada a Satán en los primeros siglos del cristianismo. Pero son rigurosos al establecer que no existe ninguna relación fuera de la etimológica entre su Diablo - también llamado Divell - y el Diablo cristiano. Gerald B. Gardner, el fundador de la Wicca, hace mención de este Divell convertido en Diablo en su libro Witchcraft Today (1951), como una forma mitológica del antiguo dios europeo de la Naturaleza.

DAIMON = ¿ DEMONIO?

En la religión, folklore, y mitología demonio (o el daemon, el dæmon, o aún el daimon) es el estado supernatural que se ha descrito generalmente como espíritu malévolo. Se representa a un demonio con frecuencia como fuerza que pueda ser conjurada o ser controlada. El "buen" demonio en uso reciente es en gran parte un dispositivo literario (e.g., demonio de Maxwell), aunque las referencias a los buenos demonios se pueden encontrar en Hesiodo y Shakespeare. En el lenguaje común, para "demonizar" una persona se le dice que es el mal, o es la fuente de mal.

La concepción más extendida en Occidente es la judeo-cristiana, según la cual, los demonios son espíritus del mal con la potestad de poseer a los seres humanos. Para el cristianismo, en particular, los demonios son espíritus inmundos, vale decir, esbirros de Satanás, príncipe de este mundo y enemigo declarado de Dios y sus ángeles, cuya morada es el regnum caelorum [reino de los cielos]. Se le identifica con el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.
En un sentido general, no obstante, puede decirse que los demonios no son necesariamente seres malvados. Los griegos dividían a los demonios entre buenos y malignos: agatodemones (αγαθοδαίμονες) y cacodemones (κακοδαίμονες), respectivamente. Mientras que los agatodemones se asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodemones, por su parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana. Tal es el caso de Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás

EL DAIMON EN LA ACTUALIDAD

En nuestra cultura occidental, la palabra "demonio" apunta hacia los símbolos malignos que figuran en la Biblia (cultura judeo-cristiana). Es decir, que prácticamente cuando se habla del mal, solo se piensa en Satanas, Lucifer o Belzebu (inclusive se cree que es un mismo demonio).Es bueno destacar que antes de que el pueblo hebreo se tornara monoteísta (Jehová como único Dios) tenía sus propios cultos, mitos y creencias (seguramete mezclados con los de otras culturas), que hoy se han perdido casi completamente. Restos de estas antiguas creencias las hayamos en algunos pasajes del antiguo testamento, por ejemplo: cuando se refieren al monstruo Leviathan o a los Gigantes, o al mítico can Cerbero. Estos los podríamos clasificar como demonios de un período pre-monoteísta. Desde el inicio del antiguo testamento aparece la figura de Lucifer, pero es en el nuevo testamento cuando se le da mayor protagonismo a este ser infernal. Se le echa encima la responsabilidad de todo cuanto malo estaba pasando en esa época y en las posteriores. De allí en adelante es la figura del Lucifer "cristiano" la que se toma para cualquier concepto de "Demonio" o "Jefe" de demonios. Durante la oscurantista Edad Media, las deidades infernales fueron clasificadas según jerarquías, con el fin de conocerlas mejor para combatirlas efectivamente...

sábado, 1 de noviembre de 2008

EL DAIMON EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO


La idea de los dáimones fue tergiversada y mutada en la del demonio de la cultura judeo-cristiana, «un espíritu maligno que puede poseer a los humanos». La traducción griega del Septuaginta, hecha para los judíos que hablaban griego de Alejandría, y el uso de demonio en el texto griego original del Nuevo Testamento, causaron que la palabra griega fuera rápidamente aplicada para el espíritu judeo-cristiano por el siglo II d. C. Luego, durante la Antigüedad tardía, las concepciones paganas y los exorcismos, la parte de la atmósfera cultural, se convirtieron en creencias cristianas y rituales de exorcismo.
La motivación específica para la orgía de inspirada destrucción de la escultura griega y romana fue desatada al final del siglo IV, tan pronto como la Cristiandad se vio más estable, se revela aquí: las imágenes estaban habitadas por demonios. En las fases de la cristianización de las poblaciones romanas al cristianismo oficial del tardío siglo IV, los teólogos, los ermitaños y los monjes, y los obispos y los presbíteros que influenciaban a la población, tuvo su repertorio de ideas, cuáles derivó a la Biblia y a la cultura ambiental de la Antigüedad tardía.
Cipriano de Cartago desenmascaraba a los dioses de los paganos como un engaño del evemerismo en su ensayo En la Vanidad de los ídolos, pero él se refirió así para decir a los demonios:
Son espíritus impuros y errantes, quién, después de haber estado imbuido en vicios terrenales, se han ido de su forma celestial por el corrompimiento de la tierra, y no cesa, cuando se es arruinado uno, buscan la ruina de otros; Y cuando se degradan ellos, al infundir en otros el error de su degradación. Estos demonios que los poetas también reconocen, y que Sócrates dio fe de que él estaba adiestrado y dominado en la voluntad de un demonio; y por eso los Reyes Magos tienen un poder tampoco para esa travesura o para la mofa, de a quién, sin embargo, el principal Hostanes observó ambos puntos de vista y señaló que la forma del Dios verdadero no puede ser vista, y da fe de que los ángeles verdaderos están parados alrededor de Su trono.Estos espíritus, por consiguiente, acechan bajo las estatuas e imágenes consagradas: estos inhalan los pechos de sus profetas con su aflato, animan las fibras de las entrañas, los vuelos de aves lo manipulan, rijan los lotes, le dan la eficiencia a los oráculos, siempre confunden el engaño con verdad, pues son ambos engañados y engañan; disturban su vida, desasosiegan sus somnolencias; sus espíritus entrando también sigilosamente en sus cuerpos humanos, en secreto aterrorizan sus mentes, deforman sus extremidades, quebrantan su salud, excitan enfermedades a forzarlas a adorar de ellos mismos, tan cuándo harto con el vapor de los altares y los montones de ganado, pueden soltar lo que habían atado, y así también aparecen para haber efectuado una cura.
Los demonios son lo suficientemente verdaderos —«el principio es lo mismo, lo cual induce al error y engaña, y con trucos que hacen más oscura la verdad, las pistas fuera una canalla crédula y tonta»— depende de ellos que es engañoso. De este modo los daimones pasaron fácilmente en daimones cristianos.

EL DAIMON EN LA VIDA HUMANA


El hombre común por sus necesidades creó a los dioses. Elige a uno de los poderes o dáimones que habitan en su imaginación y se dirige a él para inducirlo a satisfacer sus requerimientos, siendo el culto la expresión de esa necesidad. Un dios es un dáimôn que ha adquirido importancia y ha fijado la forma a través del culto. De entre una multitud de seres semejantes, el culto elige uno como objeto, y éste se convierte en un dios individual. Pero sobrevive la creencia en numerosos dáimones y, si el espíritu concibe simultáneamente ambas cosas-, estos últimos adquieren un jefe. Por eso aparecen Pan y los Panes, Isleño y los Silenos, aunque Isleño se redujo a una figura semicómica cuando sus acompañantes pasaron a integrar el séquito de Dionisio. Artemisa es una gran diosa que parece haber nacido de esta manera. En esencia, no es sino la más notable de las ninfas de los bosques y de las montañas. Va de caza y danza con ellas por las montañas, las selvas y los verdes prados. Como ellas, maneja los animales en la naturaleza virgen y alimenta a sus cachorros. Como ellas, extiende su influencia hasta los hombres: ayuda a las madres en el momento de suprema necesidad y protege a la generación que nace, pero puede también repartir una muerte violenta con sus dardos. Esa tendencia a exaltar hasta un lugar supremo a uno de muchos seres semejantes estaba tan arraigada, que ha dejado un ejemplo correspondiente a la época de transición hacia la fe cristiana. Los “dioses salvajes” licios estaban representados por doce figuras semejantes; se les agregó una décima tercera como jefe, colocando en el centro y de tamaño un poco mayor, pero igual al resto en lo demás.

DIVISION DE LOS DAIMONES

Los dáimones de la naturaleza constituyen el grupo más numeroso. Aparecen en todas partes: las ninfas viven en las montañas y también en los árboles, manantiales, ríos y mares; los silenos son dáimones de las fuentes y, junto con los sátiros, constituyen dáimones de la fertilidad; los Panes son de la misma naturaleza y el hecho de haber nacido entre pueblos pastores les proporciona un carácter especial; los centauros pertenecen también a esta categoría, aunque aparezcan sobre todo en la mitología. La naturaleza está llena de estos dáimones; son innumerables, ya que cada manantial, cada árbol, cada objeto natural, tiene o al menos puede tener el suyo. De ahí que surjan multitudes de dáimones de la naturaleza de distintos tipos. Dentro de cada grupo homogéneo, lo individual desaparece en el conjunto; el dáimôn que reside en un determinado objeto natural posee un círculo de adoradores sumamente limitado; la mayor parte no poseían culto, sino que existieron solamente en la creencia y la imaginación. En otros campos, también aparecen grupos colectivos de espíritus o dioses, semejantes a los anteriores, como “los dulces dioses” (ζεοί μειλίχιοι), “los turbulentos” (Μαιμακτηρες), las diosas de los nacimientos (las Ilitias), “las venerables diosas”, las Erinias (δεμναί ζεαί) y los “jefes” (̉Άνακες), los hijos de Zeus, los Dioscuros.
Estos espíritus intervienen en la vida y en la suerte de los seres humanos. Los hombres se vuelven hacia ellos en busca de paz, felicidad y prosperidad. Así como el ritual de la cosecha no podía abarcar todas las mieses del campo y se elegía una gavilla que representara al conjunto, tampoco el culto podía dirigirse al grupo colectivo. La atención fijaba sobre un espíritu determinado entre una multitud de otros similares. Si tienen un lugar fijo, se elige el más cercano; nace entonces un dios local. Si la localización no constituye un rasgo notable, lo singular ocupaba simplemente el lugar de la pluralidad: en lugar de los Panes, se invoca a Pan. Resulta significativo que en un documento tan reciente como el registro del festival secular del emperador Augusto, las Ilitias aparezcan en plural, salvo en la invocación, donde se lee: “¡Oh tú, Ilitia!” En una caverna dedicada al culto de las ninfas en Ática, donde se grabaron varias inscripciones en el siglo V a. C., se habla de las ninfas siempre en plural, salvo una dedicatoria que dice:
Arquedemo lo construyó para la ninfa”.

EL DAIMON EN EL HERMETISMO

En el caso de Hermes, existe una evolución semejante.Es uno de los pocos nombres con una clara etimología; significa “el del montón de piedras”. En Grecia existen diversos ejemplos del culto de la piedra. En la piedra había un dáimôn; por eso se la ungía, se la envolvía en taeniae sagradas y era objeto de culto. El famoso omphalós de Delfos es una piedra de ese tipo; lo mismo ocurre con el pilar que era emplazado frente a la casa y que la protegía. Apolo se apoderó de ambos y dio su nombre al último, Apolo Agieo. Una gran piedra se levantaba sobre la cima del túmulo sepulcral, que a menudo estaba formada por otras más pequeñas. Era una costumbre muy difundida que todo el que pasara junto a uno de esos montones de piedras agregara a él la suya. En un país sin caminos, esas piedras podían constituir mojones, y es probable que en su origen no todos fuesen túmulos. En ese montón y en la gran piedra vivía un dáimôn. Como el conjunto constituía un mojón, ese dáimôn se convirtió en guía y protector del viajero; como era también el túmulo de una sepultura, resultó además guía de almas, mostrándoles el camino hacia su reino; y como apareció en Arcadia, tierra de pastoreo, promovió el aumento de las majadas y fue el patrono de los pastores. Las funciones del dáimôn se concentran, entonces, alrededor del mojón y la gran piedra. Su imagen, el herma, no era sino una gran piedra erguida sobre un montón de ellas; desde un comienzo, esa piedra fue la morada del dáimôn; después se la consideró como su imagen y se le adjudicó una cabeza humana. No llegó a ser totalmente antropomórfica, pero siguió protegiendo los caminos y las calles y se la colocó sobre las sepulturas. El conocimiento general y popular sobre un tópico de Hermes Trismegisto es una fuente de las dos para concepciones paganas y cristianas de demonios, pues en el Corpus Hermeticum, funcionaron como los porteros de las esferas a través de las cuales las almas pasan de un camino a otro hasta llegar al cielo más alto, el Empíreo. El sacramento del Santo Gall, de la Alta Edad Media, da testimonio de la continuidad de esta creencia de dáimones en la oración existente más vieja para ungir al moribundo:
“Le unjo con aceite santificado que a manera de un guerrero preparándose para la batalla se unge minuciosamente usted podrá prevalecer sobre las hordas aéreas".

EL DAIMON EN LA NATURALEZA


Dáimôn fue la idea griega de "poder", que fue desplazada por el antropomorfismo, vigorosamente desarrollado, que también transformó “los poderes”. Los griegos llamaron dáimones a los últimos, pero, en gran parte, los dáimones resultaron personales, antropomórficos; además, la palabra dáimôn puede indicar a algunos de los grandes dioses griegos. Huellas demonísticas en los ritos son sumamente raras, pero el intercambio de ropas entre el novio y la novia al casarse podría interpretarse de esa manera: la idea podría ser la de inducir a error a los espíritus en esa importante ocasión, de la misma manera que los pueblos primitivos cambian las ropas de un enfermo para que los espíritus de la enfermedad no puedan reconocerlo y pasen de largo. La creencia en dáimones arraiga la idea que el mundo esta poblado de estos espíritus. Los dáimones viven en los desiertos, entre las montañas, en la selva, en las piedras, en los árboles, en el agua, en ríos y manantiales; son los que ocasionan todo lo referente al hombre; envían prosperidad y miseria, suerte y desgracia. Son ellos los que dieron origen a la antigua afirmación de que "el miedo creó a los dioses", pues el hombre se siente mucho más consciente de la interferencia de los poderes superiores en su vida cuando se enfrenta con las desgracias que cuando las cosas siguen su curso normal. Como consecuencia necesaria de esa idea, el objeto del culto más primitivo, de una manera u otra, debe mantener los poderes alejados de la vida: es un objeto apotropaico, una protección contra el mal. Este enfoque de la religión y culto griego ignora la magia o la considera perjudicial, pero, en su etapa primitiva, la misma posee una función muy distinta. Por medio de los ritos mágicos, los hombres tratan de asegurar fertilidad y prosperidad para sí y para los demás; la magia está al servicio del bienestar individual y del bienestar social. Se revela así la intención más elevada de la religión: está dirigida, bajo la forma de magia, al bien general.
Un rito mágico hace referencia al “poder” en general, pero éste mismo puede ser desplazado por “los poderes” o por un “poder” determinado, y ya estamos aquí ante el primer escalón que lleva hasta los dioses. En el totemismo, al cumplir ciertos ritos –por ejemplo, para la multiplicación del animal totémico-, el individuo cree que su éxito depende del favor del ser totémico primordial; en este caso, podría nacer un dios con forma de animal. Parece que esto ocurrió en algunos casos, pero resulta innecesario estudiar esta posibilidad en lo que se refiere a Grecia. Entre los ritos agrarios, existen ejemplos más seguros y más evidentes

EL DAIMON EN LA CULTURA DE CRETA

Existe una serie de imágenes que aparecen en gemas e improntas de sellos donde se ve dos animales o bestias simétricamente colocados a cada lado de una figura central. En ciertos casos, en lugar de estos animales salen muchas veces genios teriomórficos, que vendrían a ser los dáimones, pero la figura central puede ser también uno de esos demonios en el acto de dominar a las bestias. La figura tiene forma de animal, pero está de pie, como un hombre; no hay duda alguna de que se trata de una figura humana disfrazada. La cabeza y las piernas son las de un animal, pero resulta imposible afirmar de qué especie. Conviene abstenerse de la descripción común de “demonios leoninos”. Un rasgo típico y extraño es lo que parece ser una piel suelta u otro tipo de manto que desciende desde la cabeza hasta más debajo de la cintura, y que sugiere el cuerpo de una avispa. Ese manto tiene a menudo dibujos y una cresta de púas o pelos con una bolita al extremo. Salvo variaciones pequeñas y poco importantes, el tipo es fijo. Esos demonios aparecen como sirvientes de los dioses, con jarras de libación y otras vasijas en las manos: riegan las ramas sagradas. Algunas veces, arrastran animales muertos, posiblemente para un sacrificio.
La difusión puramente formal de motivos grabados o pintados, mencionada más arriba, en ningún caso es tan persistente como en relación a las fantásticas criaturas híbridas. A partir de esos demonios y de las figuras del grifo y de la esfinge, copiadas de Oriente, el arte cretense creó toda una serie de fantásticas combinaciones de miembros y partes del cuerpo de hombres y animales. Improntas de sello, de Zacro, presentan una abigarrada colección de esas creaciones, de una fantasía totalmente desorbitada; parecen tener su origen en la afiebrada imaginación de una mente exaltada y no se corresponde con nada parecido en el resto del mundo. Naturalmente, no poseen ninguna significación religiosa.
La uniformidad del tipo se revela en la comparación con las pocas representaciones de otros genios teriomórficos. Una concha esculpida, de Festo, que indudablemente revela influencia babilónica, presenta una procesión de cuatro figuras con cabeza de animal y largas vestiduras; las tres primeras tienen cabezas de mamíferos, la última, de pájaro. Una impronta de sello, de Zacro, resulta interesante.Una mujer con los brazos en alto está parada delante de una figura con forma de animal, sentada en el suelo como un perro y también con los brazos en alto. El problema consiste en saber cuál es el adorador y cuál el adorado. Aún más interesante resulta la llamada impronta de sello del Minotauro, de Cnosos. Sobre un banco plegadizo, está sentada una criatura con piernas y troncos humanos, pero con pezuñas, cola y la cabeza sin cuernos de lo que parece ser un becerro; delante de él hay un hombre con los brazos caídos: no se trata, entonces, de un adorador. De esta misteriosa imagen depende en verdad la cuestión de si existía un culto del toro en Creta, tal como se ha afirmado a menudo bajo la influencia de los mitos sobre Europa y el Minotauro. A pesar de que muchas veces aparecen representaciones de luchas y cacerías de toros, no existe el menor indicio de que posean significación religiosa. Hace falta una evidencia más concreta

ORIGENES DE LA PALABRA


A los Daimones se les suele denominar "poder", "lo divino", "lo deforme", "el que reparte", "un dios", "genio" No. 2, "espíritu", "logoi spermatikoi". Con los peligros de simplificación que esto comporta, se han resumido en estos nueve términos, el significado de la palabra daimon en la religión y en la mitología griega:
Dáimones se refiere en una primera acepción a las divinidades primitivas, representadas como mitad bestias y mitad humanas, devoradores de los muertos.
El término se designa en segunda acepción a las almas «divinizadas» de antepasados humanos que desde su situación de perfección y bienaventuranza ejercen sobre el mundo de los hombres una función de protección.
El término designa en tercer lugar a seres divinos y semidivinos, intermediarios entre los dioses superiores, los hombres y mensajeros de los primeros. El Eros descrito en El Banquete de Platón seria uno de esos seres mediadores.
Aparece, en pocas ocasiones, como un término análogo al teísmo con que se designa a los dioses.
La idea de Dáimôn recibe un concepto generalizador que la acerca a la idea de Destino, teniendo al comienzo como significado "el que reparte".
Los Dáimones fueron espíritus de la condición humana: las personificaciones de estados diversos de existencia, emociones, acciones y la moralidad. Los Dáimones de moralidad estaban divididos en Agato (el Bien, las Virtudes) y Caco (el Mal, los Vicios). Dáimones de acción humana y condición fuera de modo semejante clasificado como Agatos (lo favorable, lo Bueno) o Cacos (lo perjudicial, lo Malo).
Con la palabra dáimôn se designan a veces energías interiores que actúan en el hombre como lo hace el dáimôn según Sócrates, ya se le entienda como una especie de voz de la conciencia o como la sumisión a la voluntad del dios que actúa en la vida del filósofo como contrapeso de otras inclinaciones o tendencias.
El dáimôn puede ser, en ocasiones, la personificación de una fuerza etónica de carácter benévolo.
Los dáimones designan a veces unas fuerzas que rigen los elementos naturales y hacen que el mundo humano sea un mundo «habitado» por lo sobrenatural. En este sentido dirá Heráclito que todo está lleno de ánimas y daimones y los pitagóricos que el aire está lleno de ánimas, eso que llamamos daimones, héroes, etc.