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sábado, 1 de noviembre de 2008

DIVISION DE LOS DAIMONES

Los dáimones de la naturaleza constituyen el grupo más numeroso. Aparecen en todas partes: las ninfas viven en las montañas y también en los árboles, manantiales, ríos y mares; los silenos son dáimones de las fuentes y, junto con los sátiros, constituyen dáimones de la fertilidad; los Panes son de la misma naturaleza y el hecho de haber nacido entre pueblos pastores les proporciona un carácter especial; los centauros pertenecen también a esta categoría, aunque aparezcan sobre todo en la mitología. La naturaleza está llena de estos dáimones; son innumerables, ya que cada manantial, cada árbol, cada objeto natural, tiene o al menos puede tener el suyo. De ahí que surjan multitudes de dáimones de la naturaleza de distintos tipos. Dentro de cada grupo homogéneo, lo individual desaparece en el conjunto; el dáimôn que reside en un determinado objeto natural posee un círculo de adoradores sumamente limitado; la mayor parte no poseían culto, sino que existieron solamente en la creencia y la imaginación. En otros campos, también aparecen grupos colectivos de espíritus o dioses, semejantes a los anteriores, como “los dulces dioses” (ζεοί μειλίχιοι), “los turbulentos” (Μαιμακτηρες), las diosas de los nacimientos (las Ilitias), “las venerables diosas”, las Erinias (δεμναί ζεαί) y los “jefes” (̉Άνακες), los hijos de Zeus, los Dioscuros.
Estos espíritus intervienen en la vida y en la suerte de los seres humanos. Los hombres se vuelven hacia ellos en busca de paz, felicidad y prosperidad. Así como el ritual de la cosecha no podía abarcar todas las mieses del campo y se elegía una gavilla que representara al conjunto, tampoco el culto podía dirigirse al grupo colectivo. La atención fijaba sobre un espíritu determinado entre una multitud de otros similares. Si tienen un lugar fijo, se elige el más cercano; nace entonces un dios local. Si la localización no constituye un rasgo notable, lo singular ocupaba simplemente el lugar de la pluralidad: en lugar de los Panes, se invoca a Pan. Resulta significativo que en un documento tan reciente como el registro del festival secular del emperador Augusto, las Ilitias aparezcan en plural, salvo en la invocación, donde se lee: “¡Oh tú, Ilitia!” En una caverna dedicada al culto de las ninfas en Ática, donde se grabaron varias inscripciones en el siglo V a. C., se habla de las ninfas siempre en plural, salvo una dedicatoria que dice:
Arquedemo lo construyó para la ninfa”.

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